Isra-Mart noticias: Venta de CO2 se convierte en un negocio atractivo
Mundialmente, el mercado del carbono mueve al menos 15,000 millones de dólares. Sólo América Latina negocia un estimado de 200 millones. Brasil, Colombia, Panamá, Costa Rica y Perú están tomando partida.
Los proyectos eólicos pasaron de ser cinco en trámite a 10 en estos meses.
La lucha por salvar el planeta de la contaminación y por ende a su población, ha trasladado sus mecanismos de acción a las esferas de negocios y se ha convertido en una atractiva apuesta para el levantamiento de empresas de países en vías de desarrollo.
Todo surgió en 1997 cuando un acuerdo mundial, el Protocolo de Kioto, firmado por todos los países desarrollados e industrializados, con excepción de Estados Unidos, sentó las bases del naciente “mercado de carbono”. Hoy, este negocio se está arraigando en Panamá y con él, una lista de 118 empresas que se dedican a la producción de energía limpia, (con mecanismos menos contaminantes que la producción con carbón o petróleo) están incluyendo en sus planificación financiera posibles ingresos provenientes de este sistema.
Las bases.
Básicamente, el negocio consiste en que los países más ricos que emiten una gran cantidad de gases contaminantes como el dióxido de carbono (CO2), entre otros, los que provocan el efecto invernadero y por ende, el calentamiento de la tierra, deben reducir en al menos un 5% el nivel de las emisiones que lanzan a la atmósfera, del 2008 al 2012.
En detalle, cada cuota varía por país, algunos como Alemania se proponen bajar un 21%, otros como Luxemburgo disminuirían 28%, y así relativamente. Lo harían estimando lo que contaminan, y de no lograr reducirlo en sus naciones, podrían contactar a compañías en otras latitudes que usan tecnologías de producción de energía más ecológica, como la generación eólica o hídrica entre otras, y comprarles bajo una ecuación, el estimado de contaminación que no están produciendo al esquivar el uso de combustibles fósiles.
El punto es sumar más reducción a la cuota que deben conseguir, sin importar en qué parte del mundo sea generada.
En la práctica, las empresas obligadas por sus países siendo los más contaminantes, se convierten en compradores de una contaminación que no se emitió, y que se transforma en términos económicos en créditos de carbono o Certificados de Emisiones Reducidas (CER).
En tanto, los segundos actores del negocio, las empresas de naciones en vías de desarrollo (estrictamente el Protocolo de Kioto estableció sería así) se transforman en los emisores de los créditos de carbono y ganan dinero, siendo amigables con el ambiente.
Reglas.
El mercado de carbono es regulado por la Organización de las Naciones Unidas, por medio de uno de sus organismos, la Convención de Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés), con quien deben aprobarse tanto los emisores del mercado del carbono como los compradores.
El proceso es largo. Técnicamente se debe cuantificar cuánto deja de emitirse, ya sea en dióxido de carbono o en otros gases contaminantes al ambiente y debe verificarse periódicamente su cumplimiento en las empresas.
Este proceso es tan complejo, que tanto el organismo internacional, como la autoridad local que maneje el tema, que en el caso panameño es la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) y los empresarios trabajan con la guía de consultores dedicados a esto.
Para el empresario resulta rentable, ya que cada crédito de carbono se cotiza entre 10 a 12 euros al menos, todo varía según el momento, igual que un mercado bursátil.
El vendedor, entre más reduzca, más posibilidad tiene de vender, ya que los países compradores y sus empresas deben adquirir grandes cantidades, destaca Cynthia Deville, funcionaria encargada del tema en el ANAM.
En Panamá, desde el 2006, las empresas están apostando sus esfuerzos y llenando requisitos ante la UNFCCC, pero el 2010 podría ser el año en que surjan compañías emisoras de créditos de carbono en el país.
El entorno local.
Como emisores de crédito de carbono, en Panamá están tramitando requisitos ante la ANAM más de 86 hidroeléctricas con capacidad de reducir más de 6 millones de toneladas de emisiones contaminantes, 14 proyectos eólicos que bajarían un promedio mayor de 5 millones de gases nocivos y 4 productores de energía por medio de metano, que disminuirían más de 1.5 millón de contaminación, entre otros.
Pero el camino no es sencillo, toma un promedio de cuatro años y según los casos contactados, se debe ir invirtiendo en mejorar los sistemas de producción para que sean verdes y trabajar sobre la marcha, así es más cercano ser emisor de créditos de carbono, aseguró Rafael González, director del Grupo de Alcoholes del Istmo, uno de los emprendedores panameños que se lanzó a este mercado.
La cuota de sacrificio es también económica y va desde miles de dólares en consultoría, que pueden llegar a 30 mil dólares, y podría ser equivalente a recibir entre 8 a 10 mil dólares por año, en proyectos de minihidroeléctricas, por ejemplo. Todo depende de cuánto se llegue a vender.
En Panamá, algunas instituciones como el Municipio de Panamá con el proyecto de aprovechamiento de la basura de Cerro Patacón para ser transformada en energía, están igualmente trabajando para ser emisores de créditos de carbono.
Además, empresas grandes como AES Panamá y Cemex también participan, pero prefirieron no hablar del tema. Otros empresarios del patio sí están dispuestos a dar sus vivencias e incentivar a más emprendedores a entrar en el negocio.